El 11 de agosto del año 117, en pleno apogeo de la Pax Romana, muere en Selinus – en la Cilicia Traquea, costa mediterránea de la actual Turquía – tras más de 19 años en el poder, Imperator Cesar Nerva Traiano Augusto, segundo de la dinastía Antonina, nacido en Itálica, con el que el Imperio alcanzó su máxima extensión, desde el océano Atlántico hasta más allá del río Tigris.
Fue sucedido pacíficamente por Publio Elio Adriano, aunque el hecho de que no existiera designación de sucesor ni, al parecer, adopción oficial, originó el rumor y posterior leyenda, a la que los historiadores romanos dieron pábulo, de que el acceso al Imperium de Adriano, había sido una farsa, instrumentada por Pompeia Plotina, la mujer de Trajano, que lo había acompañado en aquella campaña militar contra el Imperio Parto, y estaba junto a él, en su lecho de muerte.
Posiblemente, Pompeia Plotina, que no tenía hijos, soñó con ver a Elio Adriano, al que había visto crecer, convertido en emperador, y son muchos los autores que reconocen su decisiva influencia, como la principal fuerza que lo llevaría al trono. Fue ella la que, en el año 100, organizó las bodas de Adriano con Vibia Sabina, sobrina-nieta de Trajano, en lo que parece un claro intento de reforzar vínculos familiares con el emperador, de cara a la adopción y sucesión.