En el año 1944 José de Rújula y de Ochotonera, Marqués de Ciadoncha, y Antonio del Solar y Taboada, publicaron su obrita titulada Heráldica Episcopal Pacense, siendo la primera vez que se acometía esta temática en relación a la heráldica de los prelados de la diócesis de Badajoz, manifestando ellos mismos que “nuestro trabajo es bien modesto (…) pues se reduce a coleccionar y reseñar los escudos de los Obispos de Badajoz, describiendolos heráldicamente…” para concluir más adelante que “no es ni más ni menos este trabajo que cimientos o iniciación de otro de más empeño que seguramente ha de escribir alguna pluma más erudita.” Para mí no ha sido difícil tomar este testigo lanzado por los mencionados autores, y acometer la creación de esta obra, dándole un cuerpo más extenso y un estudio heráldico de los prelados que tuvo la diócesis de Badajoz y los arzobispos que, hasta la fecha, ha tenido la Archidiócesis de Mérida-Badajoz una vez creada como tal por el Papa Juan Pablo II. Desde mi experiencia como heraldista iniciada allá por los años 90 del siglo pasado, y más en concreto, en el ámbito heráldico eclesial como teólogo que soy, era hora de acometer un trabajo más amplio relativo a la diversidad heráldica presentada por los distintos prelados pacenses, una vez comprobado que, salvo la mencionada obra de José de Rújula y Antonio del Solar, no se había escrito nada más sobre el tema desde entonces.